…///… «Ayala se reconocía a la perfección en esos trozos y se hacía preguntas como las que figuran en el epílogo de El jardín de las delicias»:
“¿Para qué has escrito? —me reprocho—. ¿Para qué tenías que escribir? ¿Acaso no bastaba?… El sarcasmo, la pena negra, la loca esperanza, el amor, esa felicidad cuyo grito de júbilo decae y se extingue en el sollozo de conocerse efímera, el sarcasmo otra vez, el amor siempre, con sus insoportables y deliciosas torturas de que son instrumento el reloj, el teléfono, el calendario, los oscuros silencios y la imaginación insaciable, todo eso, ¿no bastaba acaso con haberlo sufrido? ¿Era sensato preservarlo en un arca de palabras? ¿No es perverso intento el de querer oponerse a la fugacidad de la vida?”
Texto completo pinchando en este enlace: https://www.zendalibros.com/carolyn-richmond-indagacion-jardin-las-delicias-francisco-ayala/