Su caída del caballo es uno de los relatos incluidos en: Cuentos, confesiones y… caídas (B)
«Mi nombre es Serafín. Soy maestro, jubilado. Creo, y he creído en la enseñanza pública, y he luchado por su defensa, como la de todo lo público. Me considero ateo o quizá descreído. Aunque por otra parte hasta quisiera apostatar y en ocasiones me lo planteo. En realidad, hoy no quiero saber nada de la Iglesia, o mejor dicho, me importa muy poco. Fui seminarista durante muchos años y casi fui ordenado sacerdote, pero me salí un tiempo el año anterior a cantar misa para pensar si realmente quería ser cura o no, y decidí no volver al seminario tras ese período de reflexión que me tomé. Digo todo esto, más algo que se me vaya ocurriendo más adelante y sobre la marcha, mientras vaya releyendo la carta que sigue, y que mi amigo Marciano, mi muy querido amigo, dejó antes de partir, y que nos había remitido a todos los amigos de lo que él llamaba el café del viernes noche. Porque es ahora cuando empiezo a comprender, a vislumbrar con pena, a la vez que con alegría, lo que nos quería decir con esa carta pero que entonces, francamente, me pareció que estaba desbarrando, bueno, amariconándose, permítaseme decirlo de esta manera más clara, y con todos los respetos para todo el mundo, de verdad.
Mi amigo Marciano es licenciado en ciencias químicas, bueno y no sé cuántas cosas más…»
Sobre “Cuentos, confesiones y… caídas”:
http://lascosasquenosondeestemundo.wordpress.com/2013/05/09/cuentos-confesiones-y-caidas-3/
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