Aquel día era el primero festivo del comienzo de un puente que razones familiares y de salud les obligaron a pasarlo en casa sin salir fuera de la ciudad como acostumbraban, aunque al mediodía decidieron salir a dar un paseo hasta la hora de la comida. El olor del otoño avanzado era añejo y seco, y dejaba un aroma en los parques aledaños al río que les recordaba el ambiente de las eras en verano, cuando las parvas se preparaban y las trillas y el heno giraban y giraban y se desplazaban movidas por el viento los machos y las mulas. “No es este un otoño húmedo y fresco al nacer”, dijo él, “parece más bien la prolongación de un verano cansado y mortecino”.
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Cierto que al final nuestro cuerpo es fardo de basura, generador de nuevas vidas, la persona que ha vivido esta escena en un ser querido no lo olvida nunca, en mi caso enriquecio su recuerdo y su ejemplo de vida
Sí, cierto. Y nace vida de lo muerto, pero ha sido vida intensa que ha presagiado o vivido antes aceptando que morirá lo que después florece.